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En casa de Ana hay dos murales pintados con la técnica clásica del fresco, uno, pintado con la técnica romana, en el dormitorio, y otro, pintado con la técnica renacentista, en la escalera. El del dormitorio busca crear un ambiente; el de la escalera pretende contar una historia. La historia que cuenta es confusa. Pero no importa. Lo que importa son los hechos que hay tras ello: la de sentirse a gusto sólo con lo mejor. Porque, en fín, cómo ignorarlo, además: nos lo merecemos.
Y éste y sólo éste, o sea, el presente, es el momento de sentirse así.
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