

Adorados amiguitos: la primera figura que contemplamos, según nos situamos ante la puerta de tan apetitoso establecimiento es la figura de Babilonia, la gran ramera. Bien ¿y qué es una ramera, os preguntaréis, con apropiada ingenuidad? Veréis: una ramera es una mujer que sin ser la mujer de nadie es la mujer de muchos. ¿Que tampoco lo entendéis? Bueno, ni vosotros ni nadie. Veréis: habéis de saber, impresionables criaturas, que la adultez es la etapa de la vida en la que uno renuncia a saber, comprender y hacer preguntas.

Es decir, la diferencia entre un niño y un adulto es que el adulto no hace preguntas. Acepta.
¿Y no sería más apropiado decir, si de un discurso para niños se trata, que una ramera es una mujer que recoge ramas del campo? Es lo que hubiera dicho Walt Dysney, el verdadero amigo de los niños.
ResponderEliminarTambién alguien que se va por las ramas podría ser ramera. Tarzán mismo, sin ir más lejos. O la Mona Chita.
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