domingo, 17 de octubre de 2010

Lecciones de la Historia: El regalo de cumpleaños y las guerras púnicas.


Cuando Amílcar compró un elefante para regalárselo a su hijo Haníbal, al ir a pagar pensó que quizás se había precipitado. El niño tenía dos años, no sabía conducir, siquiera una trirreme, y basto y pillo como era, podía armar alguna pifia con el paquidermo. Pensó entonces en devolverlo, pero ya era tarde: le habían envuelto el elefante en papel regalo, habían tenido que drogar al animal para que se dejara envolver, habían gastado en ello todo el papel regalo de Cartago, y el dependiente, un esclavo romano malencarado, tenía esa cara de decir "como me hagas desenvolver el paquidermo, con lo que me ha costado forrarlo, te invado, te masacro y no dejo piedra sobre piedra de tu condenada villa".
Amílcar, impertérrito, cambió de idea, compró un sonajero de madera y devolvió el bicho. Haníbal se quedó sin elefante, que era lo que más deseaba en el mundo. Juró que algún día tendría, no uno, sino ochenta, e iría con ellos por donde le pluguiera, a la playa o a la montaña. Donde fuera.
El esclavo romano, un tal Escipión, juraba en arameo mientras desembalaba al elefante que algún día se la pagarían aquellos indecisos cartagineses.
Y así empezó la II Guerra Púnica. Con un desafortunado día de compras en el Mercado.

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