domingo, 6 de junio de 2010

Suspiros rabíticos.


- no soy nadie -gime un conejo en su jaula-. Bueno, sí, soy un conejo. Pero no me refiero a eso. Me refiero a que no tengo individualidad específica, que soy como éste o el de más allá. Que soy del montón. Sólo en esta jaula tengo más de 50 hermanos y 300 primos. Y ninguno me conoce por mi nombre. Les da igual quién soy. Claro que yo tampoco conozco sus nombres. Pero es que ellos son felices con su ignorancia. Ni se lo plantean.



- en fín -suspira lánguidamente- que no soy nadie y nunca lo seré. Ea.

Pero se equivoca el lánguido conejo: el granjero, entre sus 300 primos y 50 hermanos le ha escogido a él para hacer un estofado.

Y es que todos somos algo. Todos somos un capricho del destino.

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