sábado, 19 de junio de 2010

Manifestación.


En una convención de delegados de la industria de concentrado de caldo de gallina se reúne una manifestación de greñudos antisistema. Entre los greñudos hay jipis, adoradores de animales inferiores, primates sindicados, fieras escapadas de un circo y orates de toda condición. Ninguno de ellos sabe de qué va la convención. Les da igual. Quieren destruir. A una señal empiezan a quemar coches, romper escaparates y lapidar policías.

- ¡jo, tío, no me des! -le dice un jipi a un policía, que le arrea en la cabeza-
- ¡déle, déle fuerte, a ver si madura! - le anima un espontáneo al servidor de la ley-
- ¡pero papá! -clama el jipi al espontáneo- ¡que soy tu hijo! ¿no me conoces?
- ¡vaya, ahora que te conviene sales con esas, con que soy tu padre! ¿Y antes, cuando estábais quemando mi coche qué, quién era yo, el lechero?
- eso ha sido por la causa.
- ¿ y qué os ha hecho mi coche a vosotros?
- es un símbolo del sistema.

El policía, que ha asistido al diálogo con total profesionalidad, esto es, sin dejar de atizarle al melenudo, se para, perplejo, ante aquel duelo dialéctico de altura.

- ¡bueno! - se dirige al padre- ¿ entonces le arreo o qué?
- ¡pues claro! ¡ déle, déle fuerte, señor policía, a ver si estos monos peludos aprenden de una vez lo que es respeto!
- oiga usted -gruñe extenuado, al rato, el policía- que no soy de kriptonita, que se cansa uno de tantos palos. ¿No le podía usted haber dado la lección en su momento y así nos hubiéramos ahorrado este trabajito?
- ¡pero es que de pequeño no iba por ahí quemando coches y pidiendo la supresión del orden carnívoro!
- pues tenga usted la porra y siga hasta donde le aguante el pulso.
- ¿de verdad que puedo darle a mi propio hijo?
- ¡claro!
- ¿y, ya puestos, arrearle a los demás, sin abusar, ya me entiende.
- y abusando también.

El hombre toma la porra y la emprende con el jipi, pensando más en las facturas del coche que le quedan por pagar que en la integridad del sistema craneal del intelectual. Por todas partes se viven escenas similares. De vez en cuando se oye un grito lejano: "¡liberemos a las gallinas!" y los manifestantes se encaminan en aquella dirección a quemar nuevos coches.

Son las cosas del melenudismo, acaso un órgano del mismo sistema para purgar los achaques propios de la edad y rejuvenecerse con las sandeces propias de la inocencia. Digo yo.

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