jueves, 18 de febrero de 2010

El Coto de San Juan.


La fachada del Coto de San Juan, está dedicada a las mujeres malas. Pero no a todas, sólo a las que tuvieron la inquietante monomanía de cortarle la cabeza a los hombres.

La primera de ella es la gran ramera de Babilonia, representada tal como la describe el Apocalipsis, abrazada al dragón de las siete cabezas. Lleva en la mano una casa. Su hogar. Este mundo de pecadores. Así nos va.

La siguiente figura, con su cabeza falta de tornillos y sobrada de humor explosivo (en vez de cabeza lleva una mina con los tornillos sueltos), es la justicia. Iustitia regina, se lee. Lleva en la mano una espada torcida con la cual, como es evidente pocas cosas (buenas) va a hacer.


A la derecha de la puerta de entrada está Diana cazadora, que es la diosa romana de la caza, relacionada con los animales y las tierras salvajes. Otra tipa a quien echarle de comer aparte. Porque le vió desnuda Acteón, lo transformó en venado y lo dió a comer a sus perros. Ningún hijo de Níobe podría hablar bien (ni mal) de ella, pues los mató a todos. Y así se las gastaba con quienes provocaran su resentimiento.

Tras Diana viene Judith, que, según es el último grito en los usos de Caldea, usa de alfombrilla de piés la cabeza de Holofernes. Otra que tal baila.

Claro que para lianta Eva, que teniendo todos los árboles del Paraíso para comer (que tampoco lo necesitaba, pues eran inmortales), fue a comer el único que estaba prohibido. Se la representa apoyada en una mina, la serpiente enroscada en torno a ella, presta a papearse el (pájaro) del Paraíso.




Como intrigante semicontemporánea tenemos a Mata Hari, representada en el momento de bailar una danza exótica con una cimitarra, con el gesto soñador de quien está meditando sobre a quién se la va a estampar en la cabeza.


Artemisa es la versión griega de la Diana romana. En ambas tradiciones conserva la misma mala uva, la misma incapacidad para gestionar su rencor, y la misma mano floja para disparar sus flechas y no dejar bicho (hombre) viviente.


Salomé, princesa idumea enemiga fatal de los nabateos y de los bautistas, es la última protagonista:

El mural central representa a Salomé bailando con la cabeza de San Juan, éste, pensativo, aunque decapitado, se queda en actitud meditativa, en gesto resignado de querer apoyar la mano en la cabeza que no tiene. Tras ellos Herodías y su tío (y marido) Herodes Antipas.

Eso en lo que respecta a los dibujos. Si lo que uno tiene es hambre, pues tendrá que pasar dentro. El Restaurante El Coto de San Juan tiene una carta basada en recetas tradicionales, y especializada en el mejor arroz. Seguro que las aventuras continuarán en el interior.

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