domingo, 23 de noviembre de 2008
























































01. FRESCOS PORTATILES.

Cuando en los tiempos de griegos y romanos, el artista/artesano aparecía en una villa o ciudad perdida, a realizar un encargo, llevaba su propio álbum de imágenes, donde el cliente podía elegir el motivo que le gustara y encargarlo con conocimiento de causa. Había artistas famosos, y el cliente prefería elegir alguno que estuviera de moda o algún mural especialmente renombrado. El formato con el que el artista presentaba sus imágenes no eran fotos ni imágenes digitales, sino dibujos, tablas, y, también frescos portátiles, donde el cliente podía apreciar el acabado final del trabajo.

El fresco portátil solía componerse de un soporte liviano, como un armazón de varas de mimbre, y el acostumbrado mortero sobre el que ejecutar la pintura.

Dos mil años después de estas prácticas, cuando he debido presentar un proyecto de fresco al ayuntamiento de Priego, he tenido que ejecutar unos bocetos en formato de frescos portátiles, para que puedan conocer el acabado final de la idea. En aquellos tiempos heroicos no tenían fotos ni simulaciones digitales para hacerse una idea del proyecto. Hoy en día, que tenemos todo el material virtual del mundo, hemos perdido el conocimiento de cómo era en realidad, el aspecto material, de estas técnicas.

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