domingo, 17 de octubre de 2010

La Masa y la crisis. No cabrearse.

La Masa y el Maso se han casado. Han tenido Masitos y Masitas y viven en una masía. Mas no tienen luces, no han estudiado y trabajan en el negocio de la construcción. El Maso pone ladrillos y la Masa le amasa el mortero. Cuando el Maso se queda sin material le dice a la Masa: "Pásame masa". Ella, que no es lista, se revuelve y le contesta: "oye, que esta servidora tiene nombre, más respeto". El otro, que tiene aún menos luces y peor genio, se cabrea de que cada vez que él le pide masa ella le monte el pollo. Se pone verde y la lía. Ella se enoja, se cabrea más, verdea como una verdura supervitaminada y ála, a regañar. Comienzan a darse de puños, a tirarse columnas, arquitrabes, ménsulas, frontones. No dejan una cariátide ilesa. No queda ni un ladrillo intacto. Luego se les pasa el cabreo, pero ya es demasiado tarde. La casa ha quedado reducida a escombros y ellos han sido expulsados del trabajo.

Antes de la crisis se contrataba a cualquiera porque había trabajo para todos. Pero ahora la gente se lo piensa más, puede elegir y así pasa, que nadie les quiere contratar. Han decidido ir al siquiatra a ver si les puede rebajar su nivel de tensión y no andar todo el día poniéndose verdes unos a otros.

2 comentarios:

  1. Una curiosidad: ¿la Masa que amasa masa no se llamará en la vida normal Tomasa? Porque vaya una decepción si la tipa fuera y se llamara, qué se yo, Genara.

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  2. También podría llamarse Blasa, y el Maso, Pegaso. Aunque, si en un alarde de sofisticación el Maso se dijese Masio, entonces podría llamarse Gervasio, Nicasio, Anastasio, Teodasio... buf, la leche.

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