lunes, 24 de noviembre de 2008

La tesis de César





















Visitando la casa-museo de Leonardo en Vinci, y observando los estudios de Leonardo sobre las propiedades de la luz, César llegó a la conclusión de que este señor de Vinci había intuido la existencia de los fenómenos cuánticos. A un servidor le parece que al Leo le echan más flores de las que realmente cultivó. Ni siquiera el tío Alberto (Einstein) estaba convencido de las bondades del sistema cuántico, como para que el tío Leo, con su ábaco de colores, desenredara él solito las particularidades del mundo subatómico.

Lo que es seguro es que el tío Leo no se puso a contar puntos cuánticos, como ahora hace César.

Lo que hace César, dicho a lo fino, es algo así como estudiar “ Low lying excitations of few electrons in quantum dots”, que así se llama su tesis doctoral. Lo hace en el laboratorio de nanotecnología de Pisa; y ante el estupor de los escépticos (la mayoría de los primos sopraatómicos), asegura que ahí abajo están pasando cosas realmente emocionantes.


El dibujillo de la portada de su tesis es un amasijo de azulejos pintados al fresco. O sea, frescos portátiles. Representa un guirigay de electrones dando la murga. Como son muchos, no se entiende como interactúan. En cambio abajo, aislados, se puede interpretar lo que quieren contarnos. Es una manera bruta (que no brutta), de contar parte del trabajo de César: fabricar condensadores, trabajar cerca del cero absoluto y ver qué se cuentan esos simpáticos electrones cuando se quedan solos.



César dice que vale la pena lo que cuentan. Y los que entienden de eso dicen que también.

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