miércoles, 24 de noviembre de 2010

El apasionante mundo de las hormigas, cuento incluido en una escultura de botella.


Un entusiasta de las hormigas, paseando distraídamente por un museo de arte contemporáneo se estampa contra un muro de botellas de vidrio, liberando al genio que lleva dentro. El genio, qué remedio, le concede un deseo. El hombre, sin dudarlo, pide llevar exoesqueleto y ser isodáctilo.

- ¿isoqué? -pregunta, escamado, el genio, que en cuestiones de ciencia no lo es tanto-.
- isodáctilo: o sea, tener todos los dedos iguales.

El genio está acostumbrado a que la gente le pida palacios de cristal, montañas de oro y princesas lujuriosas. Nadie hasta ahora le ha pedido deseos cultos ni científicos. Está perdido, no sabe cómo obrar.

- un exoesqueleto -dice el entomólogo aficionado, viendo la perplejidad del genio- es la cáscara que tienen algunos invertebrados, que hace la función de nuestros huesos. Es un diseño evolutivo netamente superior: piense usted que las hormigas representan el 20% de la biomasa total del planeta. El futuro, como el presente, es de las hormigas.
- ¿y lo de ser isodáctilo?¿También tiene que ver con un diseño evolutivo superior?
- no, qué va. Lo de ser isodáctilo es un capricho. Por darme el gusto.

Total, que el genio le concede la igualdad de los dedos y el exoesqueleto. Pero el genio, que no tiene estudios, desconoce la ley de proporción de Galileo (o sea, que si el tamaño es el doble, el volumen resultante no será el doble, sino el triple), le crea un caparazón en el que el hombre queda fatalmente aplastado.


Quiere el destino que en ese momento pase un circo amenizando a los bostezantes visitantes del museo. El empresario del circo, al ver a aquel hombre con caparazón, lo secuestra y lo exhibe a perpetuidad junto a la mujer barbuda, el enano gigante y el mono cuántico.

Años después muere en su jaula, de melancolía, el otrora apasionado de las hormigas. Su diseño evolutivo superior ha resultado un timo. Quizás si el Genio hubiera comprendido la ley de Galileo otro gallo le hubiera cantado.

Pese a los intentos contemporáneos por beatificarle no está claro que sea un mártir de la Ciencia. Es más bien un enterao. Un apóstol de las desdichas del vertebralismo. Su intento de comprobar la superioridad moral de las hormigas ha sido en vano.


(Ilustraciones: pared de botellas de vidrio y cemento. En construcción, todavía. Priego)

4 comentarios:

  1. Estoy completamente de acuerdo: cualquier intento por demostrar la superioridad moral de las hormigas será en vano.

    ResponderEliminar
  2. Y si el genio hubiera estudiado en vez de haraganear dentro de una botella y le hubiera concedido un exoesqueleto de acuerdo a las leyes de proporción de Galileo... ¿el superentomólogo resultante habría dominado el mundo? ¿Quién sería más fuerte, el entomólogo exoesqueletizado o batgirl?

    ResponderEliminar
  3. Soy criptozoólogo titulado por la Universidad del Chaco, y no me parece correcto que se traten temas tan serios como la ética del reino de los Atrópodos fuera de los cauces institucionales ya preestablecidos. Si alguien desea opinar sobre la cualidad moral de las hormigas que estudie cinco años, como un servidor, y entonces hable. Jobar. ¿Qué pasaría si yo, criptólozoólogo titulado, me pusiera a perorar sobre el bosón de Higgins o la ergonomía de las pinzas de tender la ropa? Jobar.

    ResponderEliminar
  4. Bebita Minúscula DICE:

    La superioridad moral de las hormigas ya quedó demostrada en este HIMNO:
    The ants go marching one by one, hurrah, hurrah
    The ants go marching one by one, hurrah, hurrah
    The ants go marching one by one,
    The little one stops to suck his thumb
    And they all go marching down to the ground
    To get out of the rain, BOOM! BOOM! BOOM!

    (gana mucho con la música)

    ResponderEliminar