domingo, 14 de febrero de 2010

Aventuras de un cerdo metafísico en la Alcarria.




Andaba un cerdo entre taciturno y alelado, por lomas alcarreñas, una fría mañana de Febrero. Le aquejaban dudas de la mayor gravedad sobre cuestiones básicas de la termodinámica que apenas lograba comprender. Buscaba resolver el enigma de la máquina de movimiento perpetuo, y el principio de la entropía, la entalpía y la madre que los trajo le traía por la calle de la amargura.

En un páramo de los de mi tierra, donde no crece sin esfuerzos mas que el resentimiento y la amargura, vino a nacer esa soleada mañana una delicada margarita. La florecilla, apenas sintió los débiles rayos mañaneros, explotó en una alegría de vitalidad . Para mediodía ya había abierto sus pétalos al sol. Al abrir el capullo, una gota de rocío atrapada en su interior relució al encontrarse con los rayos del sol, refractándolos en miríadas de luces multicolores que se esparcieron por el orbe celeste, como un himno de alabanza al creador de aquella y de todas las maravillas de la tierra.

El cerdo filósofo, que andaba despistado por aquellas lomas, pisó sin querer la margarita, dejándola fatalmente chafada. La delicada florecilla, en cuanto se sintió mancillada por el puerco, rompió a chillar, a tildarle de impío cenutrio, y a quejarse de la ofensa proferida a la dignidad floral por aquella bestia sin sentimientos.

El puerco, en cuanto oyó aquellos alaridos se volvió a ver de qué se trataba y al ver la flor pisada, que le había pasado inadvertida, recuperó su natural porcino, dejóse de tontunas, recordó que aún no había almorzado, ocupado como estaba en resolver el mundo, y de un bocado se la comió.

El cerdo volvió a sus entropías, ajeno a que en el mundo hubiera existido una delicada flor ni ninguna otra criatura del señor.

La moraleja de esta historia se me escapa. Alguna tendrá. Quizás algún día, un arriero tosco y pertinaz se zampó, a su vez, al cerdo, ignorante de que la bestia ya había conseguido solucionar el enigma del movimiento perpetuo. Y de alguna manera se estableció una suerte de justicia poética, quedando la memoria de la margarita felizmente vengada.

Eso sí, de la máquina dichosa del movimiento contínuo seguimos sin tener noticias.

2 comentarios:

  1. La termodinámica es mi disciplina más aborrecida, a saber:
    Primera ley: No puedes ganar (La energía ni se crea ni se destruye).
    Segunda ley: Solamente puedes perder (Los sistemas siguen su curso hacia el desorden absoluto aumentando la entropía).
    Tercera ley: No puedes abandonar (es imposible quitarle toda la energía a un sistema y dejarlo en cero absoluto).

    Aunque bien mirado, es una disciplina imprescindible para saber vivir. Si se domina bien puedes ser un maestro en esto de envejecer (vease post anterior de este sitio web, cuento cruel).

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  2. non bio-lento Gabriel15 de febrero de 2010, 20:52

    Yo creo que la posible moraleja del cuento es la coexistencia de mundos paralelos, ajenos pero hostiles.
    La tragedia de la margarita no es siquiera una nimiedad para el cerdo.La resolución de una imposibilidad termodinámica no es más que una chuleta para un arriero procaz.
    Por no hablar de lo efímero de la poética floral.

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