lunes, 24 de noviembre de 2008

El fresco de Raúl.






































Ser grande no es una magnitud corporal. Es un estado del alma. Se puede medir siete metros, jugar en la NBA y ganar diez medallas olímpicas. Pero eso no es ser grande. Es ser abusica.




Ser grande es sentirse bien, estar a gusto con uno mismo y con los demás y querer lo mejor para uno sin que por medio haya que puñetear a los demás. Si uno se siente grande, es grande. Y ya está.



Raúl quiere algo distinto para su dormitorio de Priego. El dormitorio es pequeño, menos de dieciseis metros cuadrados. Pero no importa. Quiere algo grande, si por grande entendemos ese estado del alma que no se contenta con lo realizado y busca siempre nuevas posibilidades.


Y lo más grande, lo mejor de lo mejor, desde luego, es un fresco.



Sólo hay un problema: que al enfrentarte a esos planteamientos no seas capaz de estar al nivel.


A la postre, ser grande es ser simplemente persona.














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